Una de las primeras propuestas identificó la subordinación
femenina como
producto
del ordenamiento patriarcal, tomando la categoría patriarcado de Max Weber,como
lo dice claramente Kate Millet. La organización social actual no habría
cambiadoen esencia, sino sólo en apariencia, el orden existente en las
sociedades arcaicas bíblicas.
Los varones de la actualidad tendrían pocas diferencias con los
padres que disponían de la vida y de la muerte de hijos, esclavos y
rebaños. Es ése el ordenamiento social a destruir para liberar a las mujeres,
que sería a la población femenina lo que el capitalismo a la clase obrera.La
apuesta
es estudiar estos sistemas de acción social y el sentido de la
acción en relación con la sexualidad y la reproducción. Se trata de una
categoría más neutra que patriarcado, como señala Rubin (op. cit.) -un
concepto de mayor generalidad y comprensión- puesto que deja abierta la
posibilidad de existencia de distintas formas de relación entre mujeres y varones,
entre lo femenino y lo masculino: dominación masculina (patriarcal, pero otras posibles
no necesariamente patriarcales), dominación femenina o relaciones igualitarias.
Deja además abierta la posibilidad de distinguir formas diversas
en períodos históricos diferentes y como utopía, pensar la liberación de las
mujeres desde otras maneras distintas de organización social
Entre quienes estudian la diferenciación desde el
género, están -por una parte- las autoras y autores que lo conciben como un
sistema jerarquizado de status o prestigio social. Se trata de una perspectiva
que en términos generales no ha roto con el funcionalismo sociológico y que en
le recuperación de la teoría psicoanalítica, se afilia a las denominadas
corrientes del yo, que dan el peso mayor
a la socialización como aprendizaje de papeles que se repiten a lo largo de la
vida. La autora más conocida es Nancy Chodorow (1978) a partir de su estudio de
la maternidad
Las jerarquías sociales entre los géneros responden
más que a prestigio, a resoluciones del conflicto desfavorables hasta ahora
para las mujeres frente a los varones.
Esta corriente parte del análisis pionero de Gayle
Rubin (op. cir.), en el que somete a una crítica feminista las teorías de
Lévi-Strauss sobre el parentesco y el psicoanálisis en la vertiente lacaniana.
Según esta autora, éstas serían las dos principales teorías en la que diferencia
sexual tiene un lugar privilegiado y por encima de otras diferencias.
Los desarrollos
posteriores han incorporado otras hipótesis y lineamientos provenientes de las teorías
del conflicto y del poder y recogen los aportes del posestructuralismo. , el relacionamiento
sexual no es sólo un intercambio químico que asegura la reproducción de la
especie. Mucho más allá, la sexualidad es el conjunto de las maneras muy
diversas en que las personas se relacionan como
seres sexuados con otros seres también sexuados, en intercambios que
como todo lo humano, son acciones y
prácticas cargadas de sentido. Hay aquí un plano o nivel de análisis que se
juega en el psiquismo, en laconstitución de los sujetos y los objetos de deseo,
en la primera infancia y la resolucióndel conflicto edípico, que es objeto de
estudio de la psicología profunda, en el cual no voy a entrar. Sólo quiero
señalar que el psicoanálisis en sus distintas vertientes, se ha construido
teóricamente a partir de la observación y el estudio del aparato psíquico en personas
que viven en las sociedades occidentales a finales del siglo XIX y durante todo
el
siglo XX, es decir, en una cultura de dominación masculina particular. Como
cientistas sociales nos interesamos por las prácticas, símbolos,
representaciones, valores, normas colectivos, compartidos por los integrantes
de una sociedad en distintos momentos del tiempo y que son los que se absorben
en el psiquismo en los años cruciales de la primera infancia.
Estos problemas están cada vez más presentes en la
literatura sobre las mujeres y los géneros, donde se analiza y reflexiona sobre
los movimientos sociales creados por las mujeres (incluído el movimiento
feminista en sus diversas corrientes), la participación de las mujeres en el
sistema político institucionalizado y la orientación de las políticas estatales
dirigidas a atender las demandas de la población femenina. A partir de estos estudios
se hacen cada vez más evidentes el
carácter masculino de estas esferas, las dificultades para superarlo,
los conflictos de intereses opuestos entre los géneros cada vez que los
privilegios masculinos son cuestionados y se propone limitarlos, así como las alianzas
que pueden trascender el género imputado de los y las actores/as.
Es decir,varones que toman partido y se
comprometen con las demandas de las mujeres; mujeres que actúan para mantener los
privilegios del género masculino. No hay
que olvidar además, en estos espacios, el manejo de la capacidad erótica de los
cuerpos (femeninos y masculinos) hace parte de la cultura política, así como
las actitudes, el chiste, la burla y el chisme, recursos fáciles para reducir a
las contrincantes
No hay comentarios:
Publicar un comentario